Mantenerse bien hidratado es uno de los hábitos más simples y efectivos para cuidar la salud cardiovascular y el rendimiento físico, especialmente en climas cálidos y húmedos frecuentes en muchos países de América Latina.

Diversos estudios y organismos de salud coinciden en que la deshidratación leve puede elevar la frecuencia cardíaca, afectar la presión arterial y reducir la capacidad de hacer ejercicio, lo que se traduce en más fatiga y menor rendimiento en el día a día.

Un tip práctico: en lugar de esperar a tener sed, reparte tu consumo de agua a lo largo del día. Puedes usar una botella reutilizable como recordatorio visual y tomar unos cuantos sorbos cada hora. Si haces actividad física o trabajas al aire libre, aumenta la ingesta antes, durante y después del esfuerzo.

Si el agua sola se te hace monótona, puedes saborizarla de forma saludable con rodajas de frutas locales como limón, maracuyá, piña o pepino, sin añadir azúcar. Estas infusiones frías de agua con frutas aportan sabor y, en algunos casos, pequeñas cantidades de vitaminas, lo que facilita mantener el hábito sin sumar calorías vacías.

Recuerda que las bebidas azucaradas y los refrescos no sustituyen al agua: su consumo frecuente se vincula con mayor riesgo de sobrepeso, diabetes tipo 2 y problemas cardiovasculares, un desafío creciente en la región. Priorizar agua y bebidas sin azúcar es una manera concreta de proteger tu corazón y tu metabolismo a largo plazo.