Publicado por: Periodista Ximena Alarcón
Fecha: 15 agosto, 2019
No dejes de comer almendras. Porque además de exquisitas son el gran aporte para tu organismo. Conoce más de ellas, a continuación.
- Son muy ricas en proteínas: con sus casi 20 gramos de proteínas por cada 100 gramos, es una buena fuente de aminoácidos esenciales. Estos se encuentran en una proporción bastante adecuada para las necesidades específicas del cuerpo humano.
- Excelente fuente de energía: su aportación en hidratos de carbono (9,3%) no es muy significativa, pero resulta interesante cuando se tiene en cuenta que la mayor parte de esos glúcidos son de absorción lenta. Por esta razón la almendra posee un índice glucémico bajo y es tolerada por los diabéticos.
- Contiene grasas saludables: el 54% de peso de la almendra seca se debe a su contenido en ácidos grasos, cuyo tipo responde al patrón más saludable: el 65% son monoinsaturadas, como las del aceite de oliva, el 26% poliinsaturadas y solo una pequeña parte (menos del 10%) son grasas saturadas.
- Mucho calcio: una ración de 30 gramos cubre el 9% de las necesidades diarias de calcio (el doble que la leche en el mismo peso). Asimismo, esos 30 gramos de almendras proporcionan al organismo el 15% del magnesio necesario al día y el 17% del fósforo. La misma cantidad también cubre el 11% de las necesidades diarias de manganeso, el 4% de las de cinc y en torno al 10% de las necesidades de hierro.
- Tiene vitamina E: otra virtud de la almendra es su poder antioxidante. Buena parte de este efecto se debe a la vitamina E: 30 gramos cubren nada menos que el 63% de las necesidades diarias. Se trata de una vitamina liposoluble capaz de inhibir la oxidación de las grasas. La potencia antioxidante de la almendra también se ve favorecida por su contenido en flavonoides como la quercetina, un antiinflamatorio utilizado como suplemento en el tratamiento natural de las alergias. Otras vitaminas presentes en las almendras son las del grupo B, especialmente de riboflavina o vitamina B2. Esta es esencial para la integridad de la piel y las mucosas, y de forma especial para la córnea: resulta imprescindible para gozar de una buena visión.