Publicado por: Nutricionista Ximena Rodríguez
Fecha: 26 octubre, 2022
Para mantener o mejorar las condiciones de la piel existe una gran variedad de productos en el mercado, sin embargo, muchos de los problemas pueden tener un origen interno e incluso una causa dietética. En este artículo explicaremos la relación entre nutrición y el cuidado de la piel.
Los factores nutricionales juegan un papel clave en el funcionamiento normal de la piel y en su apariencia. Pueden influir en la textura, color, humectación y otras propiedades fisiológicas de la piel.
Las dietas desequilibradas e incompletas pueden producir malnutrición y por lo tanto afectar las condiciones de la piel. Una alimentación adecuada no solo podría prevenir las alteraciones dermatológicas, sino también mejorar las condiciones de la piel.
El envejecimiento de la piel se produce por factores intrínsecos (predisposición genética, estado inmunológico y hormonal, estrés) y factores extrínsecos (exposición solar, contaminación del aire, tabaquismo, abuso de alcohol, desnutrición).
Para que la piel tenga una apariencia suave y lisa es fundamental la hidratación adecuada, el contenido sebáceo y un pH bajo en la superficie de la piel. Estudios han mostrado el rol positivo de la concentración en sangre de vitamina A en el contenido de sebo de la piel y en el PH superficial adecuado. El consumo dietético de grasa total y monoinsaturada (aceite de oliva) se ha asociado a una buena hidratación.
La vitamina A se encuentra en el hígado, yema de huevo, mantequilla y pescado. Los alimentos de origen vegetal contienen carotenoides que son precursores de vitamina A. Se encuentran principalmente en frutas y verduras de color amarillo o naranjo como zanahorias, tomate, damasco, melón, naranja, zapallo y también en verduras de hojas verdes.
La piel es muy susceptible al daño oxidativo. La vitamina C, E y carotenoides tienen un efecto fotoprotector debido a su capacidad antioxidante. Se ha estudiado la suplementación con estas vitaminas junto al selenio y se ha visto que aumentan la densidad y grosor de la piel y mejoran los parámetros de la superficie de la piel (mejoran la aspereza y disminuye la descamación). El omega 3 y sus derivados (EPA y DHA) contenidos en los aceites de pescado; y el aceite de oliva también se les ha atribuido un efecto fotoprotector.
La vitamina C además de actuar como antioxidante es indispensable para la síntesis de colágeno, una de las principales proteínas que constituyen la piel. Se encuentra en frutas cítricas, kiwi, tomate, papa, brócoli. La vitamina E se encuentra en nueces, aceites vegetales, aceitunas, espárragos, espinacas y yema de huevo.
El selenio se encuentra principalmente en pescados, mariscos, carnes rojas, yema de huevo, pollo, ajo, atún, cereales
Respecto a los efectos de la dieta en la apariencia de la piel debido a la edad (arrugas, resequedad y adelgazamiento de la piel) se ha encontrado que un alto consumo de vitamina C y ácido graso linoleico omega 6 (aceite de girasol) y el bajo consumo de grasas e hidratos de carbono se relaciona con una mejor apariencia de la piel en cuanto a la edad. (Cosgrove et al).
Las mujeres maduras con apariencia arrugada tienen un menor consumo de vitamina A y proteínas, por ello se puede afirmar que estos nutrientes producen efectos benéficos en la apariencia de la piel. Por lo que se debe asegurar una ingesta adecuada.
Por lo tanto, una dieta recomendable para cuidar la piel y retardar el envejecimiento debe contener una buena ingesta de verduras y frutas variadas (ricas en vitamina A, C y E), aceite de oliva y de girasol, frutos secos, pescado, carnes, huevo y cereales.
Ximena Rodríguez
Nutricionista